No se como se pinta la locura,
aunque siento pinceladas en mi alma
tan reales...
necesito de la Luna
(para mis charlas)
y me embriago de calles amarronadas.
Y hasta a veces (sin disimulo)
converso con la aurora
y me miro en los cristales,
que reflejan la nada ...
parece marrón.
Marrón oscuro.
No conozco el color de la locura.
Pero percibo un pigmento
tierra de siena tostada:
color sin coherencia...
y siento su hipócrita cortejo
entre espirales desnudas de cordura,
(espejismos de la nada y sus inercias)
y vetas de carne viva y parda
viudas de afecto.
La locura se esconde detrás del color marrón.
Marrón oscuro.
Quizás sea ese, el color perfecto
para llevar poetas
a la libertad insana
de la demencia.
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