Poema dedicado al acechante futuro blanco y negro. Al personaje que decidí que nunca seré.
Su mirada se fue marchitando
como luna menguante
su piel se agrietaba con esmerado descuido
aprendió a no sentir hambre
ni sed
sus sueños fueron devorados por Neptuno
y su sexo se olvidó de ser.
Él decidió que cincuenta años eran cien
que la felicidad fuera un plasma
que el mundo sea un bar marrón
y que funcione su tren
con escocés.
Los cantos de sirena le llegaban
desde suburbios de lo vital
Y así
se quedó esperando en su andén
llamando a la tierra
Para nacer.
Una manera de dejar una especie de testimonio vital permanente, un baúl de momentos creativos (o intentos vanos de llegar a ellos). Rincón para que descansen reflexiones, poesía, relatos, fotos, pinturas y otros partos cotidianos del pensamiento y de las manos, aplicadas a intentar hacer algo estéticamente digno.
martes, 15 de febrero de 2011
Los enemigos del rubor
Magdalena vivía con Peter Pan, con Gaspar
con Melchor y Baltasar…
con películas que nunca terminan mal.
Y a veces, esperando al ratón
que traía monedas.
a cambio de días por pasar.
Un día se reveló.
La fantasía fue cómplice y la locura su aliada.
Sus pechos brotaron
y la piel sublevada
le dijo que estaba bien
a veces,
sentir rubor.
Eso duró lo que dura
una tertulia insolente y veraz
en Madrid. Café Gijón.
Y volvió a su mundo de cartón,
el orden volvió a gobernar.
Tánatos venció a Eros,
La Seguridad la abrazó
sin pasión y sin calor.
Era un precio que a veces
hay que pagar,
Por miedo a sentir amor.
.
con Melchor y Baltasar…
con películas que nunca terminan mal.
Y a veces, esperando al ratón
que traía monedas.
a cambio de días por pasar.
Un día se reveló.
La fantasía fue cómplice y la locura su aliada.
Sus pechos brotaron
y la piel sublevada
le dijo que estaba bien
a veces,
sentir rubor.
Eso duró lo que dura
una tertulia insolente y veraz
en Madrid. Café Gijón.
Y volvió a su mundo de cartón,
el orden volvió a gobernar.
Tánatos venció a Eros,
La Seguridad la abrazó
sin pasión y sin calor.
Era un precio que a veces
hay que pagar,
Por miedo a sentir amor.
.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)