jueves, 25 de febrero de 2010

La taquillera de la estación Fuencarral

Madrid estaba indefensa, como soñando en su abril...
y yo vi muchos fantasmas
de la América morena
y vi venas de adoquín,
amalgamas de Madrid, melenas color añil,
orgullo multisexual.
Y también la taquillera
de la estación Fuencarral.

Madrid estaba indefensa bajo su sol infernal.
Y se fue por un momento
por un hechizo estival;
Madrid se fue con su agosto
con sus putas y amalgamas
y sus calles de adoquín,
y toda Madrid entera
fue esa vez la taquillera
de la estación Fuencarral…
Fue primavera un instante, fue carcajada, afonía,
y es que esos diez segundos
Madrid vistió de empatía.
Madrid se puso las gafas y se vistió de sonrisa...
y Madrid era energía
tras dos muros de cristal.

Madrid armó sus defensas, y volvió sin avisar.
Cañas, putas, y el calor,
acentos de algún lugar
y las melenas añil...
y el agosto agotador que sueña con ser abril.
se acordó que era verano,
obligándome a escribir
este delirio trivial.
Culpa de esa taquillera
de la estación Fuencarral.

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