Tareces a un ángel sin su don,
y también un demonio sin tridente
que toma decisiones con la mente
guardando en el desván al corazón.
Tu tienes a tus fieras amaestradas
con ganas de cruzar la línea roja
y mandar a paseo tu congoja
cediendo ante la carne a dentelladas.
Dile al ángel que a veces se te antoja
darle algo de carnaza a tus hormonas
y verás que ya nadie se sonroja.
Dile al ángel que olvide las neuronas
y regálate una buena noche loca
pues ya verás que así, no te traicionas.
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