sábado, 14 de agosto de 2010

La cama sin su pelo

Se vuelve áspera.
Como si dejara de ser
ese espacio onírico amigo,
ese remolino de sueños,
ese voyeur de caricias.
Como si se quejara por la falta
de tu esencia simple, austera.
Grita por tu ausencia
y la almohada
(esa traidora)
me grita al oído.

Es una isla desierta habitada
por un loco solitario
que no reconoce las sábanas
huérfanas de su piel.
Es tan grande…
tan desagradecida,
tan hostil…

A veces, en mi delirio
llevo mi brazo al fantasma de su cintura,
y me encuentro con la nada
con forma de mujer.
Cierro los ojos
y me duermo, pensando
en su pelo lacio.

Y soy tan tonto, que vivo ese sueño
en su espacio.

3 comentarios:

Marina dijo...

Bienhallado Miguel.
Una imagen muy precisa de "el echar de menos" ese pelo que acaricia el sueño y esa cintura donde dormian las manos.
Nos ha pasado a algunas, te abrazas a la almohada y ocupas su espacio, pero estas sóla,
Salud y saludos desde Andalucia.

Carla dijo...

Hola Miguel , me encuentro con otro fantástico escrito,muy lindo y deja ver la ausencia y el pedir a gritos que esté, que no convierta en recuerdo...me encanto, un abrazo!

Carla dijo...

Miguel paso a dejarte mis afectos , un abrazo amigo!!!